La historia de una mujer que a mediados del siglo XVI lavaba ropa a orillas del río Guadalajara le dio una importancia inesperada a Buga. Esta lavandera indígena encontró un crucifijo que había arrastrado la corriente y vio cómo crecía. Así comenzó la veneración por el Señor de los Milagros, una imagen que cada año visitan cerca de 3,5 millones de peregrinos en la basílica.