El Departamento de Nariño ha sido a lo largo de su historia un punto de encuentro de diversas comunidades religiosas de la Iglesia Católica de Roma, quienes fueron llegando desde el siglo XVI con propósitos misioneros.  

Los mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos, concepcionistas, jesuitas, filipenses, maristas, eudistas, carmelitas y muchas otras órdenes, fueron llegando y establecieron profundos vínculos con los pobladores locales entre los que encontraban indígenas y, también afroamericanos.  

De esta manera, fue creciendo y consolidándose la fe en el suroccidente del país. Su fuerza se expresa en las diferentes manifestaciones artísticas y culturales de la región que incluyen varias maneras de acercarse a lo sagrado.

La arquitectura religiosa de origen cristiano se convirtió en el símbolo de una comunidad fervorosa, creyente y amante de la belleza del arte religioso, que quiso dejar a las nuevas generaciones la manifestación del brillo de una época. Esta concentración de la espiritualidad se levanta en varios templos de marcada belleza que adornan como estrellas a las ciudades nariñenses.  

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En todos los puntos cardinales se construyeron templos ricos en estilos, fruto de diferentes épocas. Es conocido y ampliamente fotografiado, el Santuario de las Lajas en Ipiales en el sur de Nariño. En el norte se encuentra la Ermita de Santa María Magdalena en San Lorenzo, al oriente el Santuario de la virgen de la Playa en San Pablo, y al occidente se encuentra El Santuario de la Virgen de la Visitación de Ancuya y la Basílica de Nuestra Señora del Rosario en el municipio de Sandoná.

La Basílica

La Basílica de Nuestra Señora del Rosario, se encuentra localizada en el marco de la plaza principal Simón Bolívar, de Sandoná. Esta población, cuyo nombre en la lengua indígena quechua traduce “Flor de montaña lejana”, se encuentra localizada a cerca de cincuenta kilómetros de distancia de Pasto, la capital del Departamento. 

En estas tierras del sur occidente, se produce café y panela y se encuentra esta pieza arquitectónica considerada como una de las más bellas del país.  

Declarada Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional por el Ministerio de Cultura en 1999, esta obra monumental es el reflejo de la espiritualidad de sus feligreses y de su esfuerzo por conseguir los recursos para construirla, de su generosidad, fe y tenacidad para llevarla a la realidad. 

Se necesitaron quince años de la historia de Sandoná y la participación activa de los pobladores del municipio, en cabeza del presbítero Luis Rodríguez Muñoz, para terminar esta pieza de carácter único y marcado estilo gótico tardío -al interior y al exterior-.  

El diseño de este templo está inspirado en las catedrales de Burgos (España), de Colonia (Alemania) y de Nueva York (Estados Unidos). Comenzó a construirse en 1946 y se contrató al reconocido maestro de obra José Faringango Checa, que había participado de la construcción del Santuario de las Lajas.   

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Sus paredes son hechas de piedra volcánica tallada, extraída de una mina cercana y recogida cerca del puente del río Ingenio; también se incorporaron de una antigua construcción de un templo indígena.

Todos los materiales fueron donados por los vecinos del municipio, incluyendo la cal, la arena y la madera. Las baldosas del piso fueron traídas de una fabrica de Pasto. El templo mide 23 metros de altura por 54 metros de fondo y sus torres alcanzan los 66 metros de altura y cuenta con tres naves y cinco entradas.

Su interior, sobre el altar mayor, alberga una obra excepcional de gran realismo. Tallada en madera de cedro durante once meses, el ‘Cristo Crucificado’, es una imagen del Señor de los Milagros que mide 4,75 m y que fue elaborada por el maestro pastuso Alfonso Zambrano. Esta imagen de altar, es la más grande de Suramérica y llegó al templo en diciembre de 1967.

Otro tesoro que hay al interior son las imágenes de la Patrona de Sandoná, Nuestra Señora del Rosario y de San Antonio de Padua, que fueron donadas por el gobierno francés entre los años de 1907-1909.

Este monumento histórico forma parte del sentir y de la idiosincrasia de los habitantes de Sandoná y de Nariño en general, quienes orgullosos esperan a los visitantes durante todos los meses del año para que se admiren y puedan vivir la experiencia de la belleza de esta gran obra.