COLOMBIA
Darle la vuelta por la carretera a Providencia, una isla en Colombia de siete kilómetros de largo por cuatro kilómetros en su parte más ancha, toma un par de horas en un carrito de golf de los que se alquilan en el sector de Aguadulce. Este es un plan que permite detenerse en playas desiertas donde franjas de arena amarilla son los senderos que se recorren bajo la sombra de cocoteros.
Los ojos se deslumbran ante el arcoíris marino de siete azules, que han hecho famosa a esta isla; esto gracias a su origen volcánico y su barrera arrecifal. Por donde se le mire, Providencia y Santa Catalina desbordan belleza: colores infinitos en la superficie, paisajes submarinos llenos de vida y manglares que tiñen de verde y se hacen salacunas de diminutos peces coloridos.
Ningún lugar del mundo puede ser llamado "Flor del Océano" excepto la hermosa Providencia. Una isla paradisíaca de aguas cristalinas, cielos azules y bosques tropicales. Una isla encantada por los cuentos de piratas, las místicas noches estrelladas y los ritmos caribeños.
Con solitarias playas de arena blanca y paisajes primitivos, la isla de Providencia, declarada por la UNESCO Reserva Mundial de la Biosfera y conocida también como "Seaflower", se ha convertido en un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza, practicar deportes acuáticos o simplemente relajarse.
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La isla ofrece a los visitantes un perfecto arrecife de coral, el segundo más grande del Caribe, y uno de los más ricos del planeta en cuanto a biodiversidad marina. Por esta razón, esta isla de sólo 4.000 habitantes atrae la atención de buceadores de todo el mundo, que llegan para explorar las grietas, cuevas y enormes paredes que componen el arrecife.
Quien visite Providencia tendrá el privilegio de admirar las verdes colinas y las tradicionales casas de madera caribeñas pintadas con colores brillantes por isleños amables y desenvueltos que harán de las estancias de los visitantes una experiencia especial.
Durante el día, un recorrido por la isla es una visita obligada para admirar las diferentes playas, bahías y sitios turísticos, la Bahía de Agua Dulce, la Bahía del Suroeste y el Puente de los Amantes flotante, entre otros. El puente une Providencia con la isla Santa Catalina, donde hay una colina boscosa con árboles frutales, rodeada de playas y cuevas que dan un aire de misterio al recorrido.
Por la noche, las playas están salpicadas de fogatas acompañadas de música caribeña interpretada por grupos locales. También hay pequeños bares y restaurantes al aire libre para disfrutar de una romántica velada bajo las innumerables estrellas de la isla.
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Una de las mejores experiencias del viaje es conocer a los providencianos, los habitantes de esta isla. Son gente amable, sonriente, amante de la música y la gastronomía y dispuesta a compartir los secretos de la vida isleña con los turistas. Los isleños viven, principalmente del turismo y la pesca. El mar los provee de alimento, paisajes y actividades distracciones. Por su historia de colonización inglesa, holandesa y española, poseen tradiciones como tomar el té, hablar creole (una variación caribeña del inglés con raíces africanas) y el amor a la música.
Aún conservan sus bailes típicos, entre los cuales se encuentran el vals, cuadril, scottische, mazurca y polca, aunque vibran aún más por ritmos como el reggae, la socca, el calypso y ritmos del interior de Colombia como el vallenato, la salsa y el merengue, entre otros.
Su cultura también se refleja en su arquitectura cuyo estilo permanece desde la colonia. No hay altos o grandes estructuras de cemento. ¡Un paraíso perfecto para descansar lleno de cultura y naturaleza!
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