En la casa de principios del siglo XVII en la que Antonio Nariño se asomaba al balcón para contemplar el paisaje y saludar a los peatones, los viajeros pueden conocer sobre de la vida de este gran precursor de la Independencia que tradujo del francés, imprimió en su imprenta y divulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Allí estaba la semilla de la libertad.